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lunes, 20 de febrero de 2012

ASPECTOS MÁS RELEVANTES DE LA SEXTA PARTE DE EL ÁRBOL DE LA CIENCIA

    Titulada La experiencia en Madrid, esta parte constituye un «retorno» a ambientes y personajes vistos en las partes I y II de la novela: antiguos compañeros, Lulú, Villasús… Andrés Hurtado, pues vuelve a su primer marco, tras el fracaso de su experiencia en el pueblo; quiso huir y fue vano, ya que, al final no puede escapar de su destino.

   I. Comentario a lo pasado 
   
   Vamos a destacar que:

   ―En las primeras páginas del capítulo resume Baroja su visión sobre el «Desastre del 98». Puntos destacables:

  1. La guerra colonial vista por el pueblo, reflejada en la canción interpretada por la vieja Dorotea. Recordemos cómo Baroja a través de las canciones anuncia un suceso o acontecimiento introducido en el relato. Andrés se identifica con la canción.
   2. La «indiferencia de la gente» tras el desastre (este dato es real).
   3. El juicio final de Iturrioz ante la pérdida de las colonias: una cacería, una cosa ridícula. Frente a la potencia de los EEUU, sólo cabía estar preparados para la derrota.

   ―Hurtado cuenta a Iturrioz su experiencia en el pueblo. Iturrioz, de nuevo, le dice que su postura cercana al anarquismo no es la correcta («cada hombre no es una estrella con una órbita independiente»).

   ―Iturrioz y Andrés intercalan ideas sobre el egoísmo de la gente. Para Iturrioz es el motor del mundo y habla, además, sobre el «espíritu de la riqueza» y el «espíritu de la miseria» y los ilustra con el ejemplo de las abejas obreras, que se desarrollan de manera incompleta. Son conceptos que proceden de Nietzsche.

   II. Los amigos 

   Destaquemos:
  
   ―Este capítulo y el siguiente tienen el objetivo de presentar el marco en el que se va a desarrollar la nueva etapa de la vida de Andrés.
   
   ―Se relatan las vidas de sus antiguos conocidos y amigos de la facultad. Apenas alguno de ellos se gana la vida con la medicina y el peor de todos es Aracil, quien a pesar de ser el que más se acerca a la profesión de médico, por su enorme apego al dinero es capaz de prostituir a su propia mujer. Recordemos que Aracil era uno de los representantes del tipo semítico.

   ―Sobre la vida en Madrid, la ciudad a la que vuelve Andrés, la capital se nos dice que todo sigue igual, es una ciudad anclada en el pasado, inmóvil, que no avanza («la misma interinidad, la misma angustia hecha crónica, la misma vida sin vida, todo igual»). Es como una ciénaga o un campo de ceniza, tierra baldía.
   
   ―Las anécdotas de las vidas de sus antiguos amigos sirven además de para imprimir ritmo a la acción narrativa, para mostrarnos la situación que vive Hurtado: no encuentra trabajo y está ocioso como la mayoría de ellos. O va a la Biblioteca Nacional o pasea. Además, gracias a Aracil, cuyo dios es el dinero y la amoralidad, se da cuenta de que su vida es infinitamente mejor.
   
    III. Fermín Ibarra

   Podemos tener en cuenta:

   ―Este capítulo enlaza con el anterior. El amigo que quedaba por nombrar aparece descrito. Ha cambiado desde el punto de vista físico. Ya no es el joven debilucho y enfermizo que era y tiene ganas de tomar las riendas de su vida y por eso decide irse a Bélgica, tras quejarse del lamentable estado en el que está la ciencia en España y de que el capital esté en manos de personajes abyectos. Sus juicios suponen una crítica al estado inmovilista de la ciencia en España. Son preocupaciones de los regeneracionistas (de los noventayochistas).

   IV. Encuentro con Lulú

   Cabe destacar:

   ―Sigue el desfile de personajes, esta vez de los bajos fondos. Lulú reacciona ruborizada cuando ve a Andrés. El relato está en boca de Lulú quien le cuenta cómo resolvió Julio Aracil la vida de su hermana, su madre y ella sin pretenderlo, gracias a la manera en que tanto ella como Lilí manipulan la situación. El desprecio que siente por Aracil es abierto y contrasta con la ternura que le inspira un personaje anciano y desvalido, don Cleto, que acaba muriendo de hambre.

   V. Médico de higiene

   Hay que destacar:

   ―El nuevo cargo de Andrés de médico de higiene, lejos de acabar con sus problemas los amplifica («¡Yo que siento este desprecio por la sociedad teniendo que reconocer y dar patentes a las prostitutas!»). Sus sentimientos de amargura, de acritud, depresión y tristeza aumentan.

   ―Andrés se convierte en «espectador de la iniquidad o maldad social». Con amarga ironía les dice a las prostitutas que contagien con sus venéreas a todo el mundo. Con gran ironía habla también de las dos personas decentes a las que explota un cura con una «ciencia evangélica completa». O el contraste entre las prostitutas ajadas, cansadas, faltas de higiene, y los jóvenes que las frecuentan, «sanos y de vida higiénica».

   ―Andrés reflexiona sobre las lacras de la miseria y la prostitución y cree que la revolución social es una utopía y está muy lejos de producirse, a pesar de las desigualdades, por culpa de que al pueblo lo ciega su incultura. No hay esperanzas que hagan salir a los pobres de su miseria.

   VI. La tienda de confecciones

   Destaquemos:

   ―En la conversación de Lulú y Andrés Hurtado sobre el farmacéutico que pretende a la joven vemos los sentimientos de la joven por Andrés, al que le pregunta sobre su idea acerca de ella en particular, cuando él afirma en tono misógino que tiene demasiada mala idea sobre las mujeres.

   VII. De los focos de la peste

   Conviene destacar:

   ―Este capítulo completa los juicios de Baroja en el capítulo quinto. Tiene valor de testimonio social, ya que muestra situaciones verosímiles sobre el estado de los prostíbulos en el Madrid de la época y la corrupción de las fuerzas de seguridad que se dejaban comprar por los proxenetas. Constituye una fuente de denuncia social.

   ―Hurtado muestra su compasión por estas mujeres de la vida, a las que considera unas desgraciadas y desdichadas.

   ―El autor vuelve a cargar a través de Andrés contra el carácter semita, culpable del mal trato a las mujeres. Afirma que de ese fermento malsano unido a la pobreza, la ignorancia y la vanidad, derivan todos nuestros males.

   ―La idea de la honra que aparece plasmada al final del capítulo como fanatismo, no tiene que ver con la idea de honra que aparece en la tradición literaria y social de este término (la honra como el honor familiar, el buen nombre, que otorgaba el mismo dios y que el hombre no podía deshacer; si lo hacía debía pagar el deshonor con su propia vida).

   VIII. La muerte de Villasús

   Hay que destacar:

   ―Este capítulo está relacionado con los de la quinta parte. Baroja expone a través de Hurtado la dicotomía entre la clase social adinerada (del campo o de la ciudad) y las clases miserables de la sociedad. Es un nuevo retrato de la miseria madrileña.

   ―Hay una imagen de vigoroso contraste entre las gentes que sufren y los que vuelven de los toros, a través de la cual podemos comprobar la cólera casi maniática de Andrés Hurtado cuando afirma que «sería un placer poner en la calle media docena de ametralladoras que acabasen con los que volvían de la estúpida y sangrienta fiesta». Aprovecha Baroja para hacer una alusión al desastre de Cuba y Filipinas, acusando a los espectadores de las corridas de toros de fanáticos y cobardes, que exigen valor en los demás y no sienten respeto por el dolor ajeno.

   ―Andrés se repone de toda esa brutalidad en la tienda de Lulú. Solo allí encuentra la tan ansiada paz y tranquilidad que necesita.

   ―Al final del capítulo se nos describe en tono casi esperpéntico la muerte del escritor bohemio Rafael Villasús, quien ya había aparecido en el tercer capítulo de la segunda parte. Recordemos que hace alusión a un personaje real, Alejandro Sawa, escritor de novelas naturalistas y piezas simbolistas que protagoniza el drama Luces de Bohemia de Valle-Inclán. En ambas obras coincide la escena de los dedos del difunto quemados con fósforos para comprobar que no había estado de catalepsia. La muerte de Villasús es un episodio que no tiene relación con la trama central, pero que sirve para acentuar los cuadros de miseria de la sociedad de la época de Baroja. Además nos sirve de testimonio crítico de la imagen de la bohemia de fin del siglo XIX.

   IX. Amor, teoría y práctica

   Destaquemos:

   ―Las ideas de Andrés sobre el amor son antirrománticas (según Andrés el amor es la confluencia del instinto fetichista y del instinto sexual). Quizás, las escena de la declaración amorosa, en la que los dos personajes se muestran más sinceros y humanizados que de costumbre, tiene un cierto componente de romanticismo. Es una escena realista en la que Andrés ya no teoriza sobre el amor y pasa directamente a la acción. Más románticas y tiernas son las palabras que pronuncia Lulú, que están en consonancia con las imágenes populares del amor.

   ―Andrés sufre un cambio de actitud ante Lulú cuando cree que puede perderla, ya que cree observar otros personajes que la pretenden. Lulú es la única persona con la que puede hablar abiertamente, sin tapujos, y la única que le hace sentirse bien y tranquiliza su espíritu.

   ―Lulú es un personaje sincero con Andrés desde que lo conoce. Su carácter ha ido evolucionando desde el principio: se ha dulcificado. No deja de ser graciosa, inteligente, cerebral, sincera y cínica, pero se ha vuelto más humana y todavía más sincera, esta vez con él. Se ha atrevido a confesarle lo que siente por él, hecho que supone también, por su parte, un acto de valentía.

   ―Podemos concluir que el diálogo, una vez más, es muy importante porque a través de éste Baroja consigue configurar el cambio de personalidad y la actitud de los protagonistas.