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viernes, 16 de marzo de 2012

El comentario literario de textos

Aquí tienes un esquema del comentario literario de textos y un modelo de comentario. Míratelo, por favor, con detenimiento y meticulosidad.

COMENTARIO DE TEXTO LITERARIO

1. COMPRENSIÓN DEL TEXTO
A la comprensión de un texto se llega mediante la lectura atenta del mismo y la consulta, si es preciso, en el diccionario. Hay que tener en cuenta que el texto literario es el resultado de una COMBINACIÓN y SELECCIÓN con intención estética, con predominio de la connotación sobre la denotación[1]. Hay que tratar de explicar su estructura artística y la reacción que produce en nosotros. El texto literario es un mensaje del escritor destinado al lector y, por tanto, establece un proceso de comunicación –es decir, destaca al emisor y su intención, al receptor y su actitud, las circunstancias en que se recibe, el género, etc.–. El comentario literario se va a basar, pues, en una red de correlaciones.
CONTENIDO INTERNO
2. DETERMINACIÓN DEL TEMA O IDEA CENTRAL
Se trataría aquí de resumir la idea clave que sintetiza el texto. La definición del tema debe ser clara, breve y exacta.
CONTENIDO EXTERNO
3. PLASMACIÓN FORMAL DEL TEMA
A–Determinación de la estructura externa a partir del tema.
A.1. Dividir el texto, a partir del tema, en las diferentes partes que se observen.
A.2. Comentar el contenido de cada apartado (o subnúcleo temático) señalado anteriormente, relacionándolo siempre con el tema.
B–Análisis de la forma partiendo del contenido.
B.1. Determinar la estructura métrica del texto (si se trata de un poema); se estudiará el cómputo silábico –aquí podría entrar el acento rítmico, la clase de verso según la última sílaba acentuada, las pausas, encabalgamientos, esticomitia...–, así como la rima  –consonante/asonante– y el tipo de estrofa.
B.2. Aquí debemos tener en cuenta el estudio de todas aquellas cuestiones gramaticales que sean relevantes en función del contenido:
– Los tipos de palabras, su estadística de aparición y conclusiones:
     Sustantivos: clases –concretos, abstractos...–
     Adjetivos: su ausencia, presencia, clases –relativos al campo semántico de los colores, los sentimientos...–
     Verbos: personales, impersonales, sus tiempos, el modo, el aspecto...
     Tipos de oraciones: elípticas, sincopadas, enunciativas, vocativas exclamativas...
   Figuras retóricas: enumeradas por orden –fónicas, semánticas y estructurales–. La determinación y enumeración de figuras retóricas no debe ser caótica, sino concisa y ordenada. No hay que inventar figuras; si se desconocen, se omiten y siempre que se conozcan hay que citarlas, hacer referencia a ellas destacando su función en el texto, es decir, el ejemplo en su contexto.
4. SIGNIFICACIÓN EN LA OBRA A LA QUE PERTENECE Y EN LA TRAYECTORIA LITERARIA (POÉTICA) DEL AUTOR.
Aquí debemos contextualizar el texto, localizarlo, es decir:
–Trataremos de determinar si el texto es independiente o es  un fragmento de una obra.
–Citaremos el género literario al que pertenece –poema lírico, fragmento de una obra dramática–, con el fin de enmarcarlo en una época concreta de la producción del escritor.
–Debemos localizar el texto dentro de la obra del autor, es decir, contextualizarlo destacando: a qué obra concreta pertenece el poema, fragmento dramático, etc.; qué significado tiene en la producción del literato, para de ese modo poder exponer ideas claves sobre el autor y relacionarlo con la ideología de su época. Resultaría interesante señalar también –siempre que nos sobre  tiempo, cosa poco probable– algunos puntos importantes sobre dicha época.
COMENTARIO PRÁCTICO
Instantánea
Tamarindos desnudos perfilados
contra el puro posible de la niebla.
Callando, se oye el mar que rompe lento
en las playas remotas de otros mundos.
Suspenso, el corazón guarda un secreto,
vive allí donde ya no es sólo mío.
¡La pura posesión, la nada pura
en lo alto de un latido que no vuelve!
(Determinación del tema o idea central)
El poema pretende ser una fotografía espiritual que capta el momento vivido por el poeta. En este caso, el título del texto, Instantánea, condiciona sobremanera el enfoque interpretativo que ha de adoptarse con él, pues hace referencia a lo fugaz, al instante arrebatado al tiempo, y que toma corporeidad en una serie de objetos retenidos vivamente en su esencia, y aptos para transmitir sensaciones al ojo que los contempla. El tema principal del poema sería el de la aprehensión del momento en su fugacidad.
(Plasmación formal del tema. Partes del texto en relación con el tema)
El poema está ordenado mediante el agrupamiento en parejas de los distintos versos, en una breve sucesión de cuatro estrofas, que lógicamente hacen un total de ocho. De entre todas ellas, la última se encuadra dentro de una exclamación que, a modo de resumen, precipita al poema en un desenlace de tipo conceptual: «¡La pura posesión, la nada pura/ en lo alto de un latido que no vuelve!» y que nos vuelca de lleno en la idea de la fugacidad del tiempo y su captura –relacionada además con toda la tradición horaciana del «carpe diem» y con la precisión que le dio Ausonio con su «collige virgo rosas» o «coge, doncella, las rosas»–. Para llegar hasta aquí, el poeta parte, en el primer par de versos de una realidad tangible, aunque desdibujada por la niebla, los tamarindos, árboles que medran en la orilla del mar, que recortan una realidad perceptible, sólo adivinada, y que atesora toda su potencialidad: el puro posible de la niebla. El segundo emparejamiento se inicia con un gerundio, callando, que magnifica el silencio y lo convierte en referencia de otra realidad transmutada, el mar. A partir del silencio se escuchan los ruidos de todos los mares del mundo. Es en el tercer par de versos donde se produce la manifestación del espíritu individual del poeta, que anticipa que el corazón está suspenso para recibir « La pura posesión, la nada pura», como «el tiempo que no vuelve».
Como apoyo a este esquema, que implica una idea o sensación en cada emparejamiento versal, los encabalgamientos hacen acto de presencia en tres de las cuatro estrofas, la 1ª, la 2ª y la 4ª, quedando la 3ª, que además posee el carácter de nexo preparatorio para el desenlace final, cortada por la afirmación «el corazón guarda un secreto», que aparece a modo de confidencia del poeta.
(Análisis formal a partir del contenido: estructura métrica, cuestiones gramaticales y figuras retóricas)
El texto elegido presenta un conjunto de versos isométricos, endecasílabos y octosílabos libres carentes de rima, cuyas particularidades métricas se resumen en los siguientes aspectos: se respetan todas las sinalefas en los versos 2, 3, 4, 5, 6 y 8, excepto en el caso de la primera de las dos  que hay en el verso 5, en el cual, el signo de puntuación, la coma, establece un hiato que permite mantener el cómputo silábico en sus once sílabas justas. Del mismo modo se añade una sílaba más en el verso 6, debido al hecho de que aparecen juntas una vocal alta acentuada “í” seguida de una vocal mediana inacentuada “o”, que origina la separación en dos sílabas de mío.
La originalidad de este poema no radica, en absoluto, en su vocabulario, que a excepción del término tamarindos no destaca por otra peculiaridad que la de los límites a la aparición de verbos, que resalta la ausencia de formas personales hasta el verso 3 y apenas cuatro hasta el final del poema. Por el contrario, las formas no personales perfilados, callado, suspenso, reflejan el carácter atemporal y anónimo de la circunstancia expresada. Junto a ello, una mayor adjetivación, desnudos, puro/-a, lento, remotas, denota la necesidad de calificar la realidad circundante, de acuerdo con la visión del poeta.
Más definitorias son, en cierta medida, las extrañas relaciones semánticas establecidas en las distintas imágenes, que unas veces son visuales, como la de los «tamarindos desnudos», otras más abstractas, así «el puro posible de la niebla» o el «ya no es sólo mío, pueden ser evocativas, «playas remotas», en la fórmula también de repetición invertida «la pura posesión, la nada pura», –en forma de antítesis o contraposición de dos palabras o frases– o definitorias, «en lo alto de un latido que no vuelve». No olvidemos que el tema de la fugacidad del tiempo que no vuelve, el susurro del mar queda reiterado también por la presencia aliterada del sonido “s”.
(Significación en la obra a la que pertenece y en la trayectoria poética del autor)
El presente poema pertenece a una antología aparecida en 1990, un año antes de la muerte de Gabriel Celaya, Rafael Múgica en la vida civil (1911-1991). El libro ofrece una selección de entre la extensísima producción de este autor, que en su momento había sido uno de los máximos representantes de lo que se dio en llamar «poesía social», y que tuvo en los años cincuenta su momento de mayor esplendor. Fue entonces cuando el poeta vasco acuñó, siguiendo el título de uno de sus poemas, la expresión «La poesía es un arma cargada de futuro». Este período daría libros tan importantes como Tranquilamente hablando (1947), Las cosas como son (1949), Avisos (1950), Las cartas boca arriba (1951) o Cantos íberos (1955). No obstante, desde principios de los 70, y coincidiendo con la entrada en crisis de esa poesía social, Celaya intentó explorar otras vías en las que se acercó incluso al realismo mágico, como en el libro Los espejos transparentes (1968), o al experimentalismo de Campos semánticos (1971). Sus últimos textos revelaron un regreso a los orígenes, a lo más íntimo y personal de su expresión poética.




[1] Connotación es el conjunto de significaciones no referenciales, es decir, los significados subjetivos que añadimos a una palabra. La denotación, en cambio es el significado objetivo de una palabra, o sea, la definición que nos da el diccionario.

Además, puedes consultar la siguiente entrada para estudiar todas las cuestiones relativas al comentario literario, su localización, su análisis y forma, las figuras retóricas, la métrica, etc.