Comentario 1
Muerte en la carretera
Muerte en la carretera es el
titulo de este artículo de opinión de Carlos Colón y apareció publicado el 28
de diciembre de 2001 en el Diario de
Sevilla —en su edición digital,
dentro del espacio de opinión, tal y como se destaca en su http://www.diariodesevilla.com/edicion/opinion—.
El emisor del texto coincide
con su autor real, Carlos Colón, en tanto que el receptor sería cualquier
lector del espacio de opinión del Diario
de Sevilla, aunque el destinatario al que se dirige sea cualquier persona,
y de manera especial los conductores, que piensan usar el coche en fechas como
la Navidad, en las que, por desgracia, aumenta el índice de siniestros de
tráfico. El registro utilizado es el estándar, pero con vocablos propios del
registro culto, como transmutación o nihilismo. El mensaje del texto se
difunde a través de internet, por ondas electromagnéticas, en castellano
gráfico y se podría resumir en el trágico balance de muertes que se produce en
las carreteras durante algunas fechas señaladas del año y cuyas causas
principales oscilan entre el azar y la despreocupación de los conductores;
dicha estadística podría evitarse con los valores de la prudencia y el respeto
al prójimo.
Parece evidente que la
finalidad primordial del texto es apelativa, puesto que pretende concienciar al
receptor sobre un problema, el de los accidentes de tráfico con víctimas
mortales e intenta modificar su conducta para convencerle de la necesidad de
ser prudente y respetuoso. Los rasgos lingüísticos que corroboran esta
intención se manifiestan en preguntas retóricas (¿Qué cifras tendremos el siete de enero?; ¿Cuántas soledades no empezarán estos días?) y oraciones
enunciativas que revelan la posición del autor y confirman su tesis (Más de setenta muertos se han cobrado ya las
carreteras o Tengo para mí que la
mayoría muere a causa de la despreocupación y el azar). El texto está
reforzado, además, por la alternancia del uso de la 3ª persona del singular (ha llegado,
da, tiene…) y del plural (tendrán,
mueren), de marcada impersonalidad
que nos englobaría a todos, y el de la 1ª persona del plural, de uso más
ocasional, que sugiere un plural inclusivo o asociativo (tendremos). Los tiempos verbales predominantes son el presente de
indicativo (más descriptivo) y el pretérito perfecto, el tiempo compuesto
pretérito más inmediato y próximo al presente. También aparecen el futuro y el condicional simples de indicativo para
hacer referencia a situaciones hipotéticas, planteen o no soluciones (tendrán como objeto o ¿Cómo podrían evitarse esas muertes?).
La función del lenguaje que
predomina en el texto, y que coincide con la finalidad es la apelativa, ya que,
como indicábamos líneas arriba, el autor intenta que reflexionemos sobre los
accidentes de tráfico para prevenirlos y concienciarnos. Dicha función se
manifiesta en el uso de las preguntas retóricas (¿De qué es víctima quien muere en la carretera?), perífrasis
verbales de obligación (poco hay que
decir), adjetivos valorativos (siniestro,
fatídico, compulsivo) y algunos términos connotativos (fumadores, bebedores, drogadictos, demonios interiores…).
Otras funciones destacadas serían: la función
expresiva, puesto que Colón manifiesta con claridad su opinión y sus
sentimientos ante los accidentes (Tengo
para mí que la mayoría muere a causa
de la despreocupación y el azar), reforzada por repeticiones del término mueren
(Mueren los fumadores […]; Mueren los bebedores […]), o en la
alternancia del orden lógico, para enfatizar y destacar las ideas que expresa (Más de veinte muertes se han cobrado ya las
carreteras); la función referencial en tanto en cuanto nos ofrece
información sobre el problema de la siniestralidad en las carreteras, y, por
último, la función poética o estética, reflejada en alguna metáfora (el universo de la publicidad), o en
juegos de palabras (Reyes Malos) y
otras figuras que citaremos entre los elementos que contribuyen a la cohesión
textual.
Por lo que respecta a la tipología textual, debemos destacar que
se trata de un texto argumentativo-expositivo, en el que el autor expone unos
hechos y opina acerca de ellos y que se adscribe al ámbito de uso del
periodismo y en concreto, como señalábamos en la introducción, al género de
opinión. Este ámbito es el más adecuado para que el mensaje de ser prudentes y
evitar accidentes llegue al mayor número posible de personas. Los argumentos
que utiliza el autor serían: el de datos (Más
de setenta muertos); el de verdad social —todos sabemos cómo se dispara el
número de accidentes en fechas concretas—, y el de experiencia personal, por la
implicación del autor en el tema.
El tema central del texto sería lo que el autor denomina “nihilismo de
masas que quita valor a todo” y que determina su tesis sobre las muertes dramáticas y azarosas y propone para
evitarlas el valor de la prudencia.
El contenido del texto puede
resumirse así:
El periodista Carlos Colón se
plantea un problema que parece no tener solución: los accidentes de tráfico en
Navidad. Señala el número de víctimas y se pregunta cuántas se sumarán a esta
cifra. A continuación reflexiona sobre las causas, para llegar a la conclusión
de que las principales son el azar y la despreocupación. Luego cita ejemplos de
causas de despreocupación, como pueden ser quitarle valor a todo, el consumismo
o la velocidad extrema destacada como punto de referencia de la potencia del
automóvil impuesto por la publicidad. Y para concluir propone una solución al
problema que se basa en el cambio de mentalidad y de valores de nuestro modelo
social actual: el amor a los demás, focalizado en la prudencia.
Si consideramos la
distribución de ideas por párrafos podemos distinguir tres partes claramente
diferenciadas:
1.—Los dos primeros párrafos,
constituyen la primera parte expositiva, que muestra el problema y los aspectos
tratados por el autor: las muertes por accidentes de tráfico.
2.—El tercer párrafo inicia
la parte argumentativa en la que el autor opina sobre el tema propuesto y
encuentra dos factores: el azar y el desprecio absoluto por la vida humana.
3.—El cuarto párrafo propone
algunas soluciones posibles: la inversión pública y el cambio hacia una
mentalidad que valore más la vida.
La estructura lingüística que ha escogido el autor para desarrollar
sus argumentos es la sintetizante-inductiva, en la que una serie de ideas nos
llevan a la determinación de la tesis al final del texto: el valor de la
prudencia para evitar tantas situaciones dramáticas.
En cuanto a los recursos semántico-textuales podríamos
destacar algunos elementos que expresan la subjetividad del autor, como pueden
ser:
Léxico valorativo: adjetivos con valor connotativo (la
noche horrenda, siniestro regalo, algo fatídico),
sustantivos impactantes para el
receptor (vulgaridad, víctima, muerte), verbos de
sentimiento (vivir, morir), de pensamiento (creo que), o adverbios (tranquilamente).
También acude a las
relaciones de cohesión léxica de sentido,
como por ejemplo el campo asociativo o
conceptual de la muerte (accidente,
soledades, víctimas, vidas truncadas) o de los viajes (coche, velocidad), así como a las relaciones de cohesión léxica de referencia, como la repetición o recurrencia de la palabra “mueren”, o el fenómeno contrario, la elisión, por ejemplo de “ser
víctima de…” seguida de las preguntas retóricas (¿de qué es víctima quien muere en la carretera? ¿Del placer de la velocidad? ¿De la sensación de poder […]?), o de sinonimia conceptual (coche-máquina).
Los restantes procedimientos de
referencia son gramaticales y tienen que ver con la deixis personal referida al emisor (verbos en 1ª persona, como tengo o creo), o al receptor indefinido, a través de la deixis inclusiva o
asociativa (nosotros). También la
deixis temporal está presente en la Navidad,
como referencia de una fecha destacada.
No acaba de especificarse la deixis espacial, ya que los accidentes
pueden suceder en cualquier lugar. El azar adquiere un valor anafórico a través del pronombre “le” (Sobre el azar poco hay
que decir. Solo que la carretera le
da más posibilidades de jugar con nosotros […]).
El texto es rico también en
figuras retóricas. Abundan las léxicas, que juegan con el significado de las
palabras y refuerzan la coherencia y la cohesión textual. Destacan:
Personificaciones (Más de setenta muertos se han cobrado ya las
carreteras; Solo que la carretera le da más posibilidades de jugar); metáforas (el universo de la publicidad, miradas de amor); metonimias (¿Cuántas soledades…?, por las personas que se quedan solas al morir
su pareja); un símil (apremian como demonios interiores); un juego de palabras (Reyes Malos); y una concatenación
de términos (Porque se conduce como se
vive, se vive como se es o como nos obligan a ser).
En cuanto a los rasgos sintáctico-textuales
destacaríamos las oraciones interrogativas retóricas cuya finalidad apelativa
ya hemos comentado. Las enunciativas afirmativas de la posición del autor, que
confirman su tesis. En los dos primeros párrafos, las interrogativas superan a
las enunciativas, puesto que el autor pretende que busquemos respuestas. El
tercer párrafo afirmativo nos informa de las dos causas de los accidentes y el
último define la tesis y usa el verbo ser en su función copulativa: El problema es […]. Asimismo en la
cohesión sintáctica hay que destacar que todos los párrafos están unidos por tematizaciones, ya que el autor coloca
en primer término todos los aspectos que quiere resaltar, para dirigir al
lector a lo importante: Más de setenta
muertos […]; Mueren los fumadores
[…]; Sobre el azar […]… Por eso hay
pocos conectores: pero (de
oposición), sobre, en cuanto a (aditivos, que distribuyen
contenidos), para mí (de valoración).
Para expresar su opinión,
Colón ha escogido un texto argumentativo, que es el que mejor se ajusta a sus
propósitos: exponer y denunciar una situación y proponer soluciones. La
claridad en la exposición es un rasgo típico de este tipo de textos, aunque el
autor le haya sumado una fuerte carga dramática. De ahí el uso de las preguntas
retóricas al principio: para implicar al lector. Así consigue que todos seamos
empáticos con un problema que podemos padecer algún día: el de ser víctimas de
un accidente de tráfico. Nos propone evitarlos de varias formas: con la mejora
de automóviles y carreteras o la inversión en valores. Destaca esta última en
la que deben participar los ámbitos educativos (familia y escuela) y que
necesita una buena inversión de tiempo. A pesar de las campañas propuestas por
la DGT, los accidentes siguen produciéndose, y en mayor número. La solución es
compleja y difícil de aplicar, ya que se trata de llegar a la conciencia social
de conductores, publicistas, petroleras, etc. Por eso hay que buscar soluciones
efectivas, algunas muy alejadas de la educación y que pasan por métodos
represivos como los controles de velocidad, radares, controles antidrogas y de
alcoholemia, cuyas consecuencias inmediatas pueden acabar en fuertes multas, sanciones
o incluso penas de reclusión para los conductores, sin olvidarnos del primer
eslabón de la cadena, los fabricantes de coches, quienes también deberían ser
responsables de las máquinas que crean, aunque no de sus conductores. El reto
es difícil y requiere tiempo y esfuerzo.
Esquema de las ideas principales y secundarias:
Esquema de las ideas principales y secundarias: